Ni me acordaba del blog.
Olvidadiza, me llamé. Con razón.
Pero es que el otro día estuvimos en un sitio que merece ser compartido a los cuatro vientos, ARTEAN. Me lo recomendaron y todo el mundo coincidía en que todo fenomenal, y eso, en estos tiempos, es algo extraordinario. Además hizo que fuésemos con altas expectativas, el cáncer de esta sociedad.
Pena no haber hecho fotos del espacio. Lo que en su día era un bar de cócteles, algo "casposillo", es ahora un espacio moderno y acogedor, con una luz cálida que acompaña a disfrutar de la experiencia en su única barra. Llamadme de pueblo, pero me pareció que cenar en la barra con los desconocidos al lado era una experiencia muy "newyorker".
Bueno, al lío. He aquí la carta:
Optamos por probar el menú degustación ya que contenía prácticamente la carta entera y fuimos con bastante apetito.
Al principio nos sirvieron un aperitivo al que no saqué foto pero que podréis encontrar fácilmente en las reseñas de google maps 😏
Luego empezaba el menú para el cual optamos acompañar con una cervecita de aperitivo y un vino de maceración carbónica estupendo que nos recomendaron, ya que nos apetecía algo ligero, y ¡qué acierto! El servicio desde luego también es a destacar, la chica que nos atendió estuvo de once.
Empezamos el menú con la Pesca del día con salsa cevichera:
Una mezcla diferente, fresquita, apetitosa, llena de sabores que encajaban a la perfección. Lo que viene siendo una delicia, vamos.
Después probamos el Bollo al vapor. Cuidado al morder, que sale la salsurri. ¡Y qué salsurri!
Seguimos con los Ravioles de calabaza asada. Otro plato súper bien combinado, riquísimo, cada bocado un auténtico placer. La salsa estaba reducida a tal punto que parecía un caramelo. ¡mmm!
Por último podíamos elegir entre el pulpo y el solomillo, y nosotros que no somos muy de pulpo optamos por la carne, Solomillo con puré de patata Robuchon. ¿Cuántos solomillos habremos comido en nuestra vida? No sé si muchísimos, pero éste, desde luego, sorprendió por la ternura. No recuerdo haber comido un solomillo tan rico, con una guarnición que recuerda lo clásico pero que nunca falla. Acierto.
Para terminar, los postres. Aquí sí que cogimos uno y uno, y gané yo. Aunque la foto no hace para nada justicia, el postre de Chocolate, Avellana y oliva ya apuntaba maneras por el título. Pero es que además estaba de morir.
Ángel optó por la Manzana en texturas, que también muy bien peeeeeero, donde esté el chocolate y además con aceite...
Conclusión. Este sitio no defrauda a pesar de ir con las expectativas por las nubes. El precio es más que razonable (50€ IVA incluido el menú) para los tiempos que corren y la experiencia resulta muy disfrutona.
Aunque no lo veo para ir en grupos grandes a no ser que ocupes toda la barra, el plan de ir en pareja es estupendo y totalmente recomendable.
Y como compartir es de guapas, tenía que compartirlo. 😐
Corred, ¡¡que va a pegar fuerte!!