En primer lugar, decir que, como bien dijo una profesora que tuve en la Universidad, los españoles no nos quejamos nunca. Nos da desde pereza hasta vergüenza. Y yo hago lo que puedo para cambiar esto. Dicho esto, hoy voy a contar una experiencia vivida con la famosa plataforma "el tenedor":
La idea de "El tenedor" me encanta. Al menos, en Madrid, es una forma rápida de reservar, de poder ver opiniones de otros usuarios y además hay descuentos muy jugosos en muchísimos sitios. Para mí, hasta ahora, todo eran ventajas.
Sin embargo, el viernes 14 de noviembre tenía ganas de descubrir un sitito de estos de moda y barato, que habréis visto en este post: http://eatandlovemadrid.es/wordpress/bueno-bonito-barato-restaurantes-madrid/
Opté por El Colmao: Gastroclub. Era de los pocos en los que conseguí reservar mesa con un día de antelación y lo ponían estupendo en las opiniones.
Pues bien, cuál fue nuestra sorpresa cuando al llegar, nos dijo la encargada que se le habían retrasado las mesas del turno anterior. Nos sugirió que fuéramos a tomar algo a otro lado para hacer tiempo y volver a las 22:15. Aunque sin hacernos ninguna gracia, así lo hicimos. A los 15 minutos volvimos y nos pidió mil y un disculpas mientras nos decía que no nos iba a poder dar de cenar. Que le habían salido reservas y que imposible. Optamos por no montar el pollo pero al menos teníamos la opción de puntuar y compartir esta experiencia en "El tenedor". ¿O no?
[Obviamente acabamos por cenar en el primer sitio que pillamos, ya era tarde, llovía y no controlábamos nada de la zona (La latina). Caro y mal. Mal. Mal. Fatal.]
Os aseguro que escribí una opinión sin taco alguno, explicando la situación y dando la menor puntuación posible al lugar, que por lo visto es un 2 sobre 10.
A los 3 días se me ocurrió mirar en la página a ver si estaba mi comentario. Surprais, surprais...claro que no!
Ataqué por twitter, que sé que es eficiente y te hacen caso rápido.
Mensajito al canto:
Por la noche recibí el siguiente email:
Tuve que investigar qué significaban estos yums que me pagaban para comprar mi silencio, y resulta que son 5 cochinos euros. A lo que contesté:
Como le puse en su día, seguiré usando el servicio por las ventajas que supone ir a los sitios con los descuentos que ofrecen, pero obviamente no me puedo fiar de los comentarios. Ni yo, ni nadie, supongo.
Es una pena porque era una idea fantástica. Ahora directamente aparece como si hubiera cancelado la reserva. Qué cachondos.
Pero me apetecía compartirlo con quien le pudiera interesar. A mí ese día me fastidiaron la noche y ni siquiera lo he podido expresar abiertamente donde correspondía.
A quejarse, hombre ya!!!